Nuestro recorrido por el país era circular. Empezando por Windhoek y haciendo Etosha como el punto más al norte, luego empezábamos a bajar dirección sur, siendo la Montaña Brandberg nuestra siguiente parada.
Nos levantamos temprano de Okaukuejo y nos dirigimos al Dorado, una granja de guepardos («cheetah farm»). El panorama era bastante pintoresco: una zona de acampada que la rodeaban un grupito de avestruces en libertad, ñus y kudu pastando y, entre rejas varios depredadores. El señor de la granja, vamos a llamarlo Granjero, era muy majo y nos llevó a ver todos sus animales.
Los primeros que vimos fueron los leopardos: estos animales son muy tímidos y se acercaron un poco (uno de ellos especialmente) porque el Granjero rodeó, en sentido contrario que nosotros, la verja para que se movieran hacia nosotros.
Luego visitamos unos «caracals». A la vista, pequeños e inofensivos, pero extremadamente peligrosos y agresivos. Les tiramos algo de carne y aún y así no cesaba su ansiedad.
Por último, fuimos a ver los guepardos, ¡qué elegancia y qué tiernos parecían! A estos les dimos de comer nosotros, palito de madera en mano y les acercamos el bocado, primero uno y luego el otro, así hasta que comieron los cuatro. Una grandísima experiencia, sin duda.
Después de eso nos dirigimos a una aldea Himba, a unos 20km al este de Kamanjab. Nos hacía la explicación un guía Himba, que no llevaba vestimenta tradicional ni tampoco ninguno de sus tres hijos que le seguían a todas partes. Hacía muchísimo calor, no se podía estar al sol. Tu llegada por supuesto no pasa desapercidiba y, como en todas estas aldeas, ya están todos esperando a enseñarte sus «artesanos» souvenirs. Estuvimos un rato ahí, observando a la gente, fotografiando y jugando con los niños, que siempre son la mejor distracción. Ellos mismos querían hacer las fotos y repasar las hechas del iPhone, conociendo a la perfección el uso de la pantalla táctil.
Ya serían más de las 15h y nos quedaba un rato de carretera, no asfaltada, hasta llegar a nuestro siguiente destino. El paisaje era bastante impactante, muy caluroso y desértico. Llegar al White Lady Lodge fue una sorpresa, en medio de la nada, ese lugar… A mi gusto demasiado básico, la habitación poco cuidada, camas separadas y, además, todo iba con energía solar por lo que no podías cargar el teléfono y no había wifi, pero el entorno y las zonas comunes eran excelentes.