El tango, la carne, Messi, el Ché, los hombres “chamuyeros”, boludo, el Perito Moreno,… es lo que me venía a la cabeza cuando pensaba en Argentina. En un mes tuve la oportunidad de ver que es mucho más. Hasta es difícil encontrar una fotografía que defina tan variado país (tropical, seco, polar, temperado,…). Personalmente, además, era un reencuentro con tres buenas amigas de Buenos Aires, y también tres grandes conocedoras de su país.
Llegada a Buenos Aires, después de 13 horas de vuelo directo. Desde los primeros minutos en la capital me viene al recuerdo Madrid: grandes avenidas, palacios, construcciones clásicas… aunque era invierno, un increíble anticiclón nos había cubierto y parecía primavera (eso no duraría más que unos días pero sí sería la causa de un derrumbamiento en el Perito Moreno, que nos perdimos por pocos días).
IGUAZÚ:
Las Cataratas de Iguazú (en guaraní, Y-guazú quiere decir aguas grandes): después de pasar la noche en el autobús (mejor pagar el billete “cama”, el más caro pero vale la pena) llegamos a Puerto de Iguazú, donde pasaríamos dos días.
La visita a las Cataratas vale la pena hacerla en dos días, una desde Argentina para verlas más de cerca y el otro cruzar a Brasil desde donde se obtienen unas vistas más panorámicas.
El circuito argentino es muy grande y lleva un día entero en visitarlo (Salto Bossetti, Dos Hermanas, San Martin, La Garganta del Diablo…).
Si te decides a hacer alguna excursión en barco, como la típica que te acercan a la Garganta del Diablo, de 15 minutos por 75 pesos, como 15€. Imprescindible comprar un chubasquero si no lo llevas, incluso quedarse en bañador! Increíble el momento de sentir que vas a ser tragado por el agua. Eso sí, recomendable hacerlo ya al final de la visita porque puedes acabar muy mojado.
En Puerto de Iguazú, se puede hacer una pequeña excursión hasta los tres hitos, donde podemos visualizar Brasil y Paraguay separados por los ríos Iguazú y Paraná.
La zona goza de un clima subtropical, o sea, caluroso y con periodos de lluvias.
NOA (Noroeste de Argentina):
Salta (después de 23h de autobús desde Iguazú), caracterizada por la altura y el clima árido: Visita con el teleférico y después un buen mate en un jardincito. Pequeño paseo por la ciudad y, por la noche, inolvidable velada en La Cassona del Molino, rodeadas de salteños que improvisaban cantos de música tradicional mientras degustabas los platos del restaurante (nada turístico por cierto). Realmente muy folclórico! Es muy típico en la zona ir a restaurantes donde los autóctonos cantan pero al turista intentan llevarlo al típico “cena+espectáculo”, cosa que obviamente queríamos evitar. El lugar donde estuvimos era una casa, en el patio se cocinaba y, en general, no había nadie cantando pero, en el interior, diferentes salas ocupadas por grupos, de jóvenes y de mayores, de más y menos expertos, de más y menos auténticos amenizaban la noche de los locales. No olvidaré nunca a los viejecillos vestidos con lo que parecía la ropa aborigen de la zona, la mirada al infinito cantando con toda su alma mientras masticaban coca con la poca dentadura que mantenían.
Alquiler de un coche y recorrido: A través de la Cuesta del Obispo, kilómetros y kilómetros sin cruzarse con un alma y unos paisajes increíbles, llegamos a Cachi, nos recibe el cartel “Apreciado turista, este pequeño rincón del valle Calchaquí le da la bienvenida, deseándole una feliz estadía. Si el destino guió sus pasos hacia este pueblo, aprovechamos para invitarlo cordialmente a descubrir la poesía escondida en sus viejas casonas y calles, donde el tiempo está dormido. Por favor, procure no despertarlo”. Un pueblo pintoresco, tranquilo y tan alejado del mundo real…
Cafayate (en Quechua, el pueblo que lo tiene todo), llegando a través de un camino de cabras en el que no podíamos superar los 40-60 km/h. Recuerdo el ruido que hacían las piedras bajo el coche, parecía que no lo íbamos a devolver en buen estado pero no fue tan grave como parecía.
El paisaje sigue siendo precioso (y no dejará de serlo en todo el viaje), las montañas son de infinitos colores, ¡hasta lila! llegados al pueblo visitamos algunas bodegas, aún y la altura (aprox. 2500 metros) como estamos en una zona muy cálida se puede producir vino.
Durante el recorrido pasamos por la bonita Quebrada de las Flechas, La Punilla (que recuerda al Gran Cañón del Colorado), los médanos (dunas), los Castillos, las Ventanas, el Obelisco, el Anfiteatro (donde había un grupo de música) y la Garganta del Diablo.
Purmamarca: Visita del pueblo y del Cerro de los Siete colores. Con el coche nos acercamos a Las Salinas o el mar de sal, pasando por la carretera del Lipán que hace un zig-zag de 60km hasta arriba y da unas bonitas vistas.
Tilcara: un pueblo muy mono, con un interesante mercado y un cielo llenísimo de estrellas. El norte, por cierto, es la zona más económica y, por lo tanto, el mejor lugar para hacer compras de “souvenirs”.
Iruya: pueblo muy bonito al que se llega en bús que sale de Humahuaca después de 3 horas. El recorrido vale la pena y el pueblo también pero nos faltó tiempo para conocer San Isidro al cual se llega después de una buena caminata y en el que vale la pena quedarse a dormir.
Toda la zona tiene un clima bastante agradable durante todo el año, en verano algo más lluvioso. Durante la noche las temperaturas bajan pudiendo llegar a los 0ºC en altura, claro.
BUENOS AIRES:
Estuvimos unos 5 días y decidimos alquilar un mini apartamento que nos salía por 375 dólares (25 dólares pp/día, aprox. 20€ en su día).
Básicamente visitamos la Rosaleda, Puerto Madero, la zona de la UCA (Universidad Católica Argentina), Plaza de Mayo, la Catedral, la avenida 9 de julio, el barrio de la Boca (el Caminito), la Bombonera, La Monumental, Belgrano, San Telmo, Las Cañitas… Hasta nos alejamos de la ciudad para pasar un día en el Pilar, otro en el Tigre y acercarnos a San Isidro.
Asistimos, además, a un espectáculo: El Señor Tango de folclore argentino, muy turístico pero muy bueno y uno no puede irse de argentina sin haber visto un buen tango. Se puede escoger cena+espectáculo o únicamente espectáculo (más económico, claro).
Para salir de fiesta estaba muy de moda el Roxy y hay un Pachá. Personalmente, lo que más me gustó de Buenos Aires es la cantidad de preboliches (copas antes de ir a la discoteca) que organizan en las casas por varias razones: dura hasta las tantas de la madrugada, no para de entrar gente y ¡los vecinos no se quejan!
PUERTO MADRYN:
Lugar sin mucho encanto pero es la zona para el avistamiento de las ballenas autrales (y orcas según época). El avistamiento es muy turístico “que afortunados! No había visto un día igual! Increíble, colosal, fantástico!” iba gritando el capitán Pinino mientras veíamos unas cuantas colas de ballena que sobresalían del agua. Eso sí, turístico o no, ver ballenas de 14 metros impresiona.
Hicimos una pequeña ruta hacia la Calita Valdés y Punta Cantor para ver elefantes marinos, focas, pájaros,…
SUR – La Patagonia
Calafate: Recorrido en catamarán por los glaciares (juraría que no se puede hacer de otra manera) Upsala, Spegazzini, Onelli, Bolado… es precioso ver como vamos rompiendo el hielo para hacernos paso y la cantidad de colores que se pueden llegar a ver.
Recorrido hasta el Perito Moreno, a pie por unas pasarelas que te acercan a él y desde las cuales puedes ver y OIR pequeños derrumbamientos (impresionantes!), parece tener en el interior un mar agitado cuando, en realidad, son pequeñas roturas que se crean en el interior y como está compuesto como de «túneles de hielo» crean un gran eco. Esta parte sí se puede hacer a pie o con otro catamarán que te acerca un poco más.
Cumelén (Bariloche): pequeño pueblo o, más bien, urbanización donde pasamos otros fantásticos días en la casa de una amiga. La zona es conocida por el esquí durante el invierno, especialmente en “Cerro Catedral”, y por la cantidad de lagos que hay. Comprende además, dos parques nacionales: Nahuel Huapi y Lanín. Las poblaciones más conocidas son Bariloche, muy cerca de la estación de esquí, y Villa La Angostura. La verdad es que pasamos unos días fantásticos, esquiando en Cerro Bayo, haciendo algunas excursiones a pie son y un paseo en canoa por los lagos inolvidable (son muy grandes así que no llegamos a recorrer ni una cuarta parte de uno pero nos pareció hacerlos todos).
TRANSPORTE:
Básicamente los argentinos viajan en coche o en autobús, aunque las distancias se hacen larguísimas para un europeo. Los autobuses están muy bien acondicionados, es imprescindible si vas a pasar muchas horas en él, pedir cama (ni tan siquiera semi-cama, vale la pena la diferencia), es la manera más cómoda para poder dormir. En todos los casos hay servicio de comida, nada gourmet por cierto. Algunas de las empresas conocidas son: Chevalier, Flecha bus, entre otras.
El avión es algo caro y no hay ni mucha competencia ni mucha frecuencia, además las rutas son algo limitadas teniendo que pasar casi siempre por Buenos Aires (es difícil encontrar un avión directo entre dos ciudades secundarias sin hacer escala por la capital). Eso sí, el país es muy largo y se puede ganar mucho tiempo. La principal aerolínea que recorre el país es Aerolíneas Argentinas aunque también hace algunas rutas Lan, una aerolínea chilena muy recomendable.
Por Buenos Aires nos desplazábamos mucho en taxi, sobretodo por la noche y solíamos llamarlo previamente, son los llamados remises. Aunque no es muy caro llenábamos los taxis hasta que no cabía ni una aguja… Aseguraros de tener el taxímetro visible (o pactad un buen precio) porque podría ocurrir al finalizar el trayecto que el taxista pusiera un precio al azar “para guiri”, claro.
MONEDA: El peso argentino está vinculado al dólar. Cuando yo viajé, la relación euro – peso era 1 – 4 y todo nos parecía bastante económico. El peso no se cotiza por lo que tendremos que cambiar las monedas ahí (mejor ir con euros y cambiarlo directamente que no cambiar por dólares en Europa y luego a pesos), en cualquier BANCO.
En general, lo que en Barcelona te cuesta 1€ ahí nos costaba 1 peso, por lo tanto, todo es bastante más barato!
Ojo con los símbolos, pues en general el peso argentino se representa como $ con una sola barra y el dólar (de los EUA) con doble barra.
Curiosamente, el país tiene un problema de carencia de monedas y siempre, al pagar, intentarán pedirnos el importe que implique menos cambio en éstas. Incluso nos pasaba que nos descontaban algo para no devolvernos moneda y hasta nos pasó que no querían vendernos algo (por Ej. Intentar comprar un paquete de chicles con 1 billete de 1 peso para obtener monedas). Se decía, que el valor fiduciario de la moneda era inferior al valor real (intrínseco) de ésta, cosa que tendría que ser precisamente al revés, y hasta que las usaban para hacer bisutería. Aún más curioso es que se tiene que pagar con monedas el autobús, el colectivo o bondi, como lo llaman ahí. Por lo tanto, si queréis “tomar el bondi” a buscar monedas!
ALOJAMIENTO:
Puerto de Iguazú: Hotel las Palmeras, muy barato sí, pero incomodísimo…
Salta: Hostal Correcaminos, genial para gente joven. Tuvimos la suerte de conocer a Sebastian, un chico que trabajaba ahí, que nos cuidó mucho, nos hizo grandes recomendaciones y hasta nos invitó a cenar un locro, una sopa muy típica de carne, verduras y judías.
Cafayate: Hostal Rusty-K, muy de gente joven también.
Purmamarca: Hostal “lo de Adriana”, obviamente no es el nombre pero es un pueblo muy chiquito y la gente ya os indicará. 25 pesos por persona (5€).
Tilcara: Albahaca Hostal, llevado por un buen hombre que dejó la capital para vivir en el mundo rural.
Puerto Madryn: Kamaruko, El más barato de todos los que había en el pueblo. Un lugar de mala muerte, excesivamente lúgubre… mejor buscad alguno un poco mejor.
Calafate: Hostal América del Sur, súper acogedor, bien de precio y con un trato buenísimo!
Buenos Aires: Alquiler de un apartamento a través de www.desigbuenosaires.com
RESTAURANTES:
La comida argentina es más que conocida y cuando uno llega allí entiende en seguida el por qué de esa fama. Imprescindible probar un buen asado, aunque yo tuve la suerte de hacer algunos a “lo auténtico” con familias argentinas. Otros platos muy típicos son: las empanadas (cada región las hace de diferente manera y hay mucha variedad), las milanesas (escalopa), las humitas y el locro en el norte, las pizzas (pensad que hay mucho argentino de origen italiano) y ¡cualquier cosa que nos recomienden! Sin olvidarnos de la cerveza (la conocidísima Quilmes), el mate y el fernet (bebida italiana muy popular en los preboliches porteños). De postres y a todas horas, el acompañamiento estrella es el dulce de leche, casi más común que el propio chocolate. Especialmente utilizado en los alfajores (los Havana son los más conocidos pero los Jorgito son muy ricos y mucho más económicos).
Puerto de Iguazú: Pizzería Color y el mercado, donde montan unas mesas y pagas poco por unas picadas: un buen embutido, quesos, empanadas,… acompañando con un vino o cerveza y un mexicano (tipo bar) que hacen unos nachos caseros muy ricos.
Salta: La Cassona del Molino, inolvidable lugar que permanecerá en mi recuerdo de por vida, alejado un poco del centro y lleno de salteños, por 10 pesos (2€ en ese momento…) cenamos unas ricas empanadas que nos hicieron en la terraza y música en directo. Obviamente, no se pagaba a parte la música, eran clientes que se acercaban al lugar con los amigos para cantar, beber y comer un rato. Por el resto del norte, todo era muy económico y bastante bueno. Nos dejábamos recomendar por la gente de la zona y, en el caso de Cafayate, acabamos comiendo en un puestecito en la calle donde el cocinero te daba a escoger un trozo de carne que acompañada con ensalada y vino nos costó, también, 10 pesos por cabeza!
Buenos Aires: Sushi Club, un lugar muy selecto pero muy bueno y a precios perfectamente asequibles para un europeo! Costumbres criollas, restaurante con cocina típica, algo guiri pero muy rico (en Puerto Madero). Pastelería, 2 escudos, cara pero buenísimo todo! Helados de Freddo.
Puerto Madryn: no acertamos mucho con ninguno (pedimos recomendaciones por la zona), “una mariscada” cara y malísima, y una parrillada sin nada especial…
Patagonia: Es una de las zonas más turísticas por lo que todo suele ser más caro. Sin embargo, en el albergue América del Sur (Calafate) había un cocinero que preparaba cada noche platos exquisitos a precios muy asequibles.