Llegamos por la tarde a Ston, hicimos una visita rápida y un rico almuerzo marinero: una rica ensalada de frutos del mar, boquerones y ostras por un módico precio (unos 13€ por persona).
Ston y sus alrededores son conocidos por las ostras, en cualquier restaurante las ofrecen, unas 8kn/ud (poco más 1 eur. Después de un rico kava (café) en la plaza del pueblo, nos dirigimos a Prapratno para subirnos al ferry que nos llevaría a la isla de Mljet.
Esta isla es conocida por un parque nacional que está al noroeste, pero nosotros nos habíamos decidido por un apartamento que nos costaba 32 eur en Saplunara y que, según habíamos visto, estaba a cuatro pasos de la playa. Llegamos, y además de darnos un apartamento mejor porque estaba disponible, nos dieron la bienvenida con una selección de licores caseros con una explicación algo escasa debido a su moderado nivel de inglés. La amabilidad, sin embargo, no entiende de idiomas y, la verdad, es que en Apartments Sentic nos trataron de maravilla y encontramos el oasis que habíamos ansiado. El apartamento es básico pero tiene todo lo que uno puede necesitar (menos wi-fi, aunque casi mejor).
El día siguiente amaneció nublado por lo que optamos por visitar el parque, y ¡qué gran acierto! Atravesamos toda la isla hasta llegar a Pomena.
Inicialmente fue un poco decepcionante, ya estábamos dentro del parque y parecía ser un puerto más repleto de americanos jóvenes. Decidimos hacer lo que recomendaba la guía: alquilar una bici. Únicamente teníamos unas pocas horas para hacer el recorrido y algún bañito (el tiempo ya había mejorado). Hicimos un paseo alrededor de los lagos (1h y 30 min aprox) y descubrimos Soline, un lugar al que prometí volver. Por el camino puedes pararte a bañar en cualquier lugar que creas accesible, el agua es cristalina y la tranquilidad total. El camino se puede recorrer todo a pie pero la bici es la mejor manera de descubrirlo. La entrada al parque cuesta 100kn (13€) y las bicis nos costaron 70kn cada una (9€). Una de las cosas positivas es que en la zona del parque no pueden entrar barcos por lo que solamente hay caminantes y gente en bicicleta.
De camino al puerto paramos a comer en Babino Polje, concretamente en Konoba Triton, un restaurante precioso, la casa tiene más de 300 años y el jardín es muy agradable con unas vistas preciosas. Los platos una delicia y, el precio, buenísimo así que super recomendable. Nosotros pedimos ciervo con gnocchi y macarrones con ajito caseros una maravilla ambos.
Lo increíble es pensar que este paraíso está a tan solo 1h de la ciudad de Dubrovnik.